¿Por qué amo la Literatura?
"Leer un libro enseña más que hablar con su autor, porque el autor, en el libro, sólo ha puesto sus mejores pensamientos".
RENÉ DESCARTES
Cuando leo sumo a mi experiencia la experiencia de otros, que gastaron su vida en comunicarnos su ver sobre el mundo, sobre el universo, sobre la inagotable imaginación humana. Puedo o no estar de acuerdo, pero me permite discutirlo.
Aunque se diga que la experiencia se paga con el pellejo propio, parafraseando a Miguel Ángel Asturias en El señor presidente, tener otra perspectiva de la vida engrandece la mía.
MIS RECOMENDACIONES
¿CÓMO ENTRARLE A BORGES?
Mi experiencia personal
Descubrí a Borges muy joven, leyendo Historia universal de la Infamia. Lo leí con mucho interés, era el gran Borges… Tenía que no solo gustarme, debía aprender de él. Pero me resultó difícil, sí, muy complicado. Muchos años más tarde se lo comenté al escritor Abdón Ubidia: ¿Borges? que le diré… es muy lioso. Abdón abrió los ojos desmesuradamente y me dijo: usted no puede decir eso… lo ha leído mal, a Borges hay que saber entrarle.
Y sí, claro que sí. Hoy los cuentos de Borges me deslumbran, cada vez que lo releo descubro niveles de lectura que no vi antes. Tengo sus textos tan subrayados, tan llenos de anotaciones, que los siento parte de mi experiencia vital.
Por eso quiero compartir el orden con el que se deja leer Borges, lista que me dio y explicó Abdón Ubidia:
1 y 2.- Emma Zunz y El muerto; publicados en El Aleph (1.949) podríamos decir realistas
3 y 4.- Tema del traidor y el héroe y Tres versiones de Judas (este último, uno de mis favoritos); publicados en Artificios (1.944), y ya estamos en su metafísica.
5 y 6.- Las ruinas circulares y Tlön, Uqbar, Orbis Tertius; publicados en Ficciones (1.944) y ya estamos en el Idealismo subjetivo.
Después, todos…
CIEN AÑOS DE SOLEDAD
De Gabriel García Márquez
Si tuviera que escoger un libro, un libro con el que me identifico, escojo Cien años de soledad.
Regresamos de Buenos Aires, para ir a vivir en Cali, Colombia; tenía nueve años, era 1967. Mamá colombiana y papá ecuatoriano, se habían conocido y enamorado en Cali cuando papá instalaba las primeras computadoras en el banco en que mamá era cajera. Se casaron a los tres meses. De allí mi “regresamos”.
En Cali conocí a la familia de mamá, gente muy cálida, protectora, familiar. Gracias a ellos se convirtieron en parte de mi historia cientos de antepasados y parientes. Era una familia enorme, inseparable. Por ellos conocí historias como la del Tigrillo, que le pegó un tiro a su mejor caballo, porque el comisario del pueblo le pidió que se lo vendiera. También oí de la tía María que tenía el cabello más hermoso jamás visto, si se lo hubiera peinado alguna vez. O del primo Alberto que cuando lo parieron lo primero en salir fueron sus testículos, y era por eso, y solo por eso, que amaba a tantas mujeres al mismo tiempo. O de la tía Marimacho que una noche se soñó parada orinando, con el pene en su mano; y su madre, creyéndola poseída, la encerró en un convento por el resto de su vida. O de la tía Sara, que destinaba todo el día a contarle a sus antepasados todo lo que ocurría en la hacienda y en la familia; parada por horas frente a cada uno de los retratos exhibidos a ambos lados de un larguísimo corredor. O el tío Hugo que viajó desde Panamá hasta Buenaventura sobre un delfín para llegar a su boda. O de Sixta, que tuvo un hijo siendo aun niña y sin entender cómo, y que nunca quiso ver. Y así puedo seguir y seguir hasta donde la memoria me alcanza.
Por eso cuando leí Cien años de soledad, lo sentí tan mío. Se muestra toda nuestra historia: mágica, hermosa y dolorosamente real.
EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO
De Marcel Proust
Esta es, hasta hoy, la novela más larga que se haya escrito. Tiene más de 4.500 páginas, distribuidas en 7 libros: * I Por el camino de Swann. * II A la sombra de las muchachas en flor. * III El mundo de Guermantes o Por el camino de Guermantes, dependiendo la traducción. * IV Sodoma y Gomorra. * V La prisionera. * VI La fugitiva. * VII El tiempo recobrado.
Pero no se trata de dar la información que se puede ver googleando. Lo que quisiera compartir es mi experiencia al leerlo, mejor dicho, de seguir leyéndolo (recién voy en el cuarto). Lo he hecho despacio y saboreando cada línea, cada figura literaria, porque las usa todas; cada una de sus geniales metáforas; cada oración interminable, llena de incisos y digresiones, con una habilidad suprema, para no dejar que el lector se pierda, como sí lo hace el narrador, de la idea. Y de cada una de las largas, precisas y hermosas descripciones.
Como lectora he aprendido a leer de otra manera, sin pensar en el final o en la acción exclusivamente, sino en esa capacidad que tiene para detener el tiempo durante páginas y páginas, dejándome sentir que estoy allí, en ese salón, en ese jardín, en ese dormitorio; conociendo y encariñándome con sus amigos y con su familia… Quizás sea por esa aceleración en la que nos sumerge la actualidad, que cuando estoy leyendo En Busca del tiempo perdido, puedo detener el tiempo en una burbuja que solo cerrar el libro, puede romper.
Como escritora, la cosa es mucho más seria. Todo lo que leo es un aprendizaje sin fin: el manejo de las ideas, las descripciones, como conseguir toda la atención del lector, el manejo de los diálogos entrecruzados con las reflexiones mentales del narrador, el desarrollo de los personajes, en fin, es tanto…
Proust tardó catorce años en escribirlo. Yo llevo 4 años leyendo y aunque no es mi única lectura, es mi misión terminarlo.
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BAJO EL VOLCÁN
De Malcolm Lowry
“Pero, puesto que se había dividido, ¿no habría alguna forma de salvar las dos mitades separadas, antes de que se produjera su desintegración total?”
Esta es la historia de un hombre brillante, culto, con prestigio; Cónsul de Gran Bretaña en México hasta que la revolución terminó relaciones con ese país. Se queda allí con la esperanza de escribir una novela de la que nos entrega sugestivos rastros. Pero está preso de la adicción al alcohol. Cuestionándose a cada minuto si apostar por la felicidad prometida en un posible futuro, y el placer momentáneo, pero que siente vital, de la próxima copa de Mezcal. Una apuesta donde no intervienen ni la moral ni la ética, solo la lucha por vivir un minuto más, el siguiente. Un hombre partido en dos: el que quiere la paz del alcohol de hoy o la esperanza de ese futuro de felicidad, que todos esperamos. Pero consciente, como todos, que el futuro, de alguna manera, solo nos acerca a la muerte, entonces, ¿vale la pena la lucha?
Esto es lo que hace la literatura, nos enfrenta a la grandeza del ser humano, con las inmensas debilidades que nos dominan. Porque eso somos: la lucha constante entre lo que deberíamos hacer frente a lo que somos capaces de hacer.
BELLA DEL SEÑOR
de Albert Cohen
Gran Premio de Novela de la Academia Francesa 1968
Esta es otra gran novela de esa lista que deberíamos leer antes de morir.
Él, judío, con un formidable puesto diplomático. Ella, aria, de muy buena cuna, casada con un burócrata subalterno de él. Escenificado en los años 30, ambiente preguerra.
Ojala no esperes mucho para leerla, porque esta novela nos presenta el amor tal cual es.
Ese amor con el que soñamos: pasión, ardor, idealización, consideración; unidad frente a todas las adversidades, lucha desesperada contra las amenazas externas, complicidad… ya sabes, todo. Pero también nos presenta la otra cara, la que no queremos ver, de la que tenemos que estar conscientes antes de jurar amor para siempre.
La narración es muy ágil y amena. Te sitúa en el ambiente social y político del momento. Realista, cruda.
Debí haberla leído antes de casarme.
EL MARINO QUE PERDIÓ LA GRACIA DEL MAR
De Yukio Mishima
Esta fue la primera novela de literatura japonesa que leí. ¡Me cautivó!
Ella me permitió asomarme a una cultura muy diferente a la nuestra. Me dejó ver el mundo desde su perspectiva. Hallar el encanto de la contemplación, del respeto al orden, a la paciencia que permite gozar del instante.
Es la historia de un adolescente que, junto a sus amigos, convencidos todos ellos, de que su visión ancestral, debe primar en el accionar de sus vidas y por ende de la sociedad. Ellos se defienden, con rabia y pasión, de los embates del pensamiento occidental, que se empeña en negar cualquier idea diferente a la suya. En mucha de la literatura japonesa, como en esta novela corta, se pone de manifiesto un oriente tratando de defender sus costumbres y sus principio de un modernismo que los avasalla. No en vano se dice que el escritor es un fiel testigo de su época.
Te invito a disfrutar la obra de este gran escritor que es Mishima
LOLITA
De Vladimir Nabokov
Leí Lolita hace unos cuantos años, y en ese momento me resultó insoportable. Muchas veces lancé el libro contra la pared, disgustada por lo que leía. Fui madre de adolescentes y me resultaba repugnante la idea de que un hombre adulto “amara” a esta casi niña, y mucho peor convertirse en su padrastro. Pensarlo como amor platónico ya era aterrador, no se diga su realización. Así como llegué a odiar a Lolita por manipular y regodearse en el profundo dolor de Humbert. Pero ella era solo una niña…
Duro de leer, pero imperdible: Lolita, habla del amor pecaminoso, para nosotros, hoy, (la moral muta según las conveniencias sociales). Fue escrito en los años 50 del siglo pasado, tiempos muy moralistas, pero hipócritas. Nos hace conmover con la desesperación de un hombre que ama y desea profundamente… a una niña. Siente culpa, siente odio de sí mismo, pero no puede dejar de sentir lo que siente y por ello es capaz de atrocidades.
Me sacudió, movió todo lo preestablecido a ese límite intangible de lo bueno y lo malo, a ese borde casi que intransitable.
LOS RÍOS PROFUNDOS
De José María Arguedas
Escrito por el peruano José María Arguedas en 1958. A pesar de que han transcurrido 65 años, lamentablemente, hoy tiene la misma vigencia que entonces. El libro cayó en mis manos por coincidencia. Lo hojee y ya no pude cerrarlo hasta terminar. En Ríos Profundos, Ernesto —un adolescente, que a pesar de ser mestizo se reconoce indígena—, me mostró desde su perspectiva, con una ternura infinita: pueblos, campos, animales, sonidos, luz e incluso personas. Su sensibilidad me obligó a reconocer lo tantas veces visto, pero sin ese prejuicio instalado en mi pensamiento. Ernesto me obligó a replantearme: la naturaleza, la sociedad, la amistad, la injusticia, el racismo, la esperanza y la libertad. Me hizo sentir mi raíz. Me apartó, por un momento de ese bombardeo globalizador que los y nos niega. Vi el mundo desde otro sitio, de un sitio un poco más cercano de el que creemos nuestro. En los países Andinos vivimos rozando esa cultura viva, son parte de nuestra cotidianidad; y sin embargo, no la vemos, no la entendemos. Los invito a asomarse a la vida de Ernesto, a una realidad que no reconocemos, pero que está allí, a través de esta magnifica novela.