LA HERENCIA
Finalmente Elena abandona su casa en San Marcos. La sacan dentro de un ataúd por el vetusto portón de madera color añil, bajo los imperturbables geranios del balcón. Había dedicado toda su vida a cuidar de ella. Cada moneda de su exigua pensión fue para mantenerla tal cual la vio por primera vez, cuando su marido la levantó en brazos para traspasar el mismo portón por el que la sacaban. Su último miedo se hacía realidad: la casa, como ella, desaparecería en la avidez de sus nietos.
CALENTAMIENTO GLOBAL
Mientras tomo mi primera taza de café, junto a la ventana, escarbo con la mirada el Pichincha, aún obscuro y difuso. Veo de a poco como el sol empieza a caminarle por encima, iluminando sus verdores, al tiempo que me saco de un estirón los restos de sueño que me quedan en el cuerpo. ¿Lloverá? Antes era fácil de saber, con solo mirarlo. Ahora, nunca atino. No sé si soy yo la que se equivoca, o es él quien ya no quiere decirme.
EL FINAL
Él fue tan egoísta que nunca pudo entender lo que ella sentía. Tan irrespetuoso con sus emociones que ni siquiera les daba cabida. Solo esperaba a que ella entendiera su situación… Hasta que ella entendió, y entonces supo que no valía la pena.
MATRIMONIO
Bajo un cielo casi fantástico, a la sombra de los altos eucaliptos ajenos, en la ladera del majestuoso Pichincha, recostado en su regazo, él recuerda; ella, acariciando su cabello, imagina…
MESTIZAJE
Levanté los ojos y allí estaba la gran portada de La Iglesia de La Compañía de Jesús: racimos de uvas romanos, entretejidos moriscos, santos y cruces católicas, montañas y soles nuestros; esculpidos en la piedra hace ya más de cuatrocientos años, todos juntos, formando un poema, gritándonos desde entonces lo que debemos ser.
AMORÍO
Ella le ofreció una copa de vino, él le cantó un verso .
DECESO
Sus ojos dejaron de expresarla. Entonces salí del cuarto. Para que discutir lo que significa la vida.
DESAPARECIDO
Cuando el uniformado encañonó su joven sien, él recordó la vida de su abuelo, la de su padre, la que él tendría que vivir.
Miró a su asesino con desdén poco antes de que se escuchara la detonación…
El perdón no es un Don del Amor, lo es de la conveniencia.
TESTIMONIOS
