EL DUELO

Todos los días pienso en lo que sentimos juntos, en cada sensación que compartimos y esos recuerdos endulzan muchos momentos; sin embargo, algo faltó, quedaron mil pendientes, mil sensaciones que ahora llegan a mi cuerpo, que llenan mis sentidos y que necesito desesperadamente que entiendas y que sientas conmigo. Tengo un sabor amargo de no haber vivido todo lo que debíamos haber vivido, de no haber concluido. Sé que para ti todo acabó, a pesar de tu edad, a pesar de tener tanto que dar aún, lo que cierra definitivamente el ciclo de la vida es la muerte, eso lo concluye todo, con ella no existen incompletos; pero para mí no, no terminé mi vida contigo, no así, no vivimos los planes mil veces planeados, mil veces soñados y esperados toda la vida; no se acabó el amor, no lo gastamos, no lo usamos todo lo que debimos usarlo, no te amé como soñé que iba a amarte, no hubo el momento, no hubo el valor, no sé bien por qué, pero quedaron mil palabras enmarañadas en mi mente que no salieron, quedaron mil caricias enredadas en mis manos que no se desprendieron.


Primeras Paginas
Cuando pienso en ti, pienso en fuerza… en lucha, en vigor, pienso en vida.
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Esto de contar… lo debo llevar en la sangre: de mi padre se decía que reeditaba la realidad y mi hermana siempre encontró mucho más interesante decir mentiras: “la verdad pura es aburrida… y cuando la digo, nadie me cree”; y mi hijo, antes de decir frases enteras, se excusaba de sus fechorías en historias muy bien elaboradas. Sin mencionar a decenas de tíos, abuelos y tíos abuelos, que nos dejaron un legado muy importante de letras que aún reposan en las carpetas, etiquetadas y cuidadosamente ordenadas, que me dejó papá. Así que puede hablarse, en mi caso, de una enfermedad congénita.

Porque contar, creo, ha sido la actividad más importante en mi vida. Contar lo que veo, lo que me pasa, lo que debería pasar, lo que imagino que pasará. Contarme mi vida, mis recuerdos, mis planes. Siempre untándolo con mi esencia, mi rastro, mi versión.

Pero dicen que todos lo hacemos: nos narramos la vida, la historia, los amores; y eso nos hace escritores natos, pero unos nos sentamos y le damos forma y otros no lo comparten, no les es tan imprescindible que lo que se cuente llegue al otro. Creo que es esa necia necesidad de contar para ser escuchada la que me hace hacerlo a diario.

Y eso es todo lo que puedo decir para darles la bienvenidos a esta hemorragia de palabras que solo quiere, parafraseando a Neruda, explicar algunas cosas…